Puelles será estadística

David Gistau

El Mundo, 21.06.2009

VOLVAMOS a la entrevista del Follonero a Otegui. La que de pronto se ha vuelto aún más obscena que cuando fue emitida. El simpático reportero no podría ahora negociar con Otegui los 12 puntos de Eurovisión concedidos a España por un País Vasco independiente. No cuando un policía acaba de achicharrarse entre los hierros de un coche reventado por una bomba lapa sin que Otegui haya hecho la catarsis de condenar, tal y como le pedía el Follonero como si le estuviera dando un consejo para dejar de fumar.

Pero Eduardo Puelles no es el primer hombre que sucumbe a un crimen semejante. Antes que él, hubo cerca de mil, niños incluidos. Y, a pesar de ello, el Follonero le habló, enternecido y condescendiente, como si fuera el bajista de una banda de rock culpable tan sólo de haber arrojado algún televisor por la ventana del hotel. Por lo tanto, la pregunta es: ¿cuánto debería esperar el Follonero para volver a humanizar a Otegui? Ahora toca la rutina de la rabia contenida y de las proclamas de unidad y resistencia. Pero cuánto dura eso antes de que Puelles se disuelva en la estadística, como todos los que murieron a manos de la Camorra vasca antes que él. Antes de que humoristas y artistas de progreso, los mismos que criminalizan al PP hasta el punto de exigir un cordón sanitario, vuelvan a atribuir a los verdaderos criminales una naturaleza tan ambigua y disculpable que lo mismo admite chistes que rosas blancas.

Ahora Pachi López y Zetapé prometen resolución y cárcel para los asesinos de Puelles. Pero los casi mil muertos anteriores, cuando no eran ya sino estadística, y no chillidos en un aparcamiento por la mañana, no les impidieron hablar de los hombres de paz, ni declarar que la vida de De Juana Chaos era importante para el Estado, ni sabotear acciones policiales con chivatazos como el del bar Faisán, ni crear por cálculo político un ambiente tal que en la Ser se llegó a decir que el PP era menos democrático que la propia ETA. Así pues, ¿cuán creíble es nuestra conmoción por lo que le ha sucedido a Puelles? ¿Por cuánto tiempo será inconcebible que un humorista le haga a Otegui una entrevista de blanqueo de imagen? Por lo menos, reciente el crimen, al Follonero no le habría quedado más remedio que preguntar a Otegui si las lecciones de civilización que necesita el pueblo español para ser educado en un espíritu más democrático consisten en quemar vivo a un hombre dentro de su coche. Esa pregunta, al menos hoy, no podría haberla esquivado antes de entrar en lo que de verdad importa: los 12 puntos de Eurovisión.

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